Listado de cosas fijas

miércoles, 12 de febrero de 2014

El Pato y la Muerte

Erlbruch, W.
Barbara Fiore Editora
32 p.
Portada de El Pato y la MuerteDesde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño. –¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido? | La muerte contestó: ­­–Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte | El pato se asustó. Quién no lo habría hecho. –¿Ya vienes a buscarme?

Así, con esta ingenuidad, los niños descubren la muerte un día cualquiera. Después, curiosean sobre ella con una inocencia que ya no poseen nuestras explicaciones. Asusta responderles; hay más miedo en nuestras respuestas que en sus preguntas. Les hablamos de la muerte como si, simplemente, estuviera ahí, frente a nosotros. Siempre presente. Sin poder explicar qué implica: el fin, la imposibilidad de toda experiencia, la ausencia, la pérdida; lo inexplicable.

En El Pato y la muerte, Erlbruch representa a la muerte como un personaje más. Un personaje inquietante, es la muerte. Pero, con dulzura.

Si no tenía en cuenta quien era, hasta resultaba simpática; incluso, más que simpática.


Un personaje que, una vez despojado de nuestros prejuicios, podremos abordar de frente e interrogar. ­
–Algunos patos dicen que te conviertes en ángel. […] –Algunos patos también dicen que en las profundidades de la tierra hay un infierno en el que te asan si no fuiste buen pato.
Pero, la muerte no sabe que hay después de la muerte. Ella solo cumple su labor y sigue su camino. Sin embargo, aun sin estas respuestas, no se irá. Permanecerá esperando el momento oportuno.
La nieve caía. Los copos eran tan finos que se quedaban suspendidos en el aire. Algo había ocurrido. La muerte miró al Pato. Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto. | Le acarició para colocar un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y se lo llevó al gran río. | Allí, lo acostó con mucho cuidado sobre el agua y le dio un suave empujoncito. | Se quedó mucho tiempo mirando cómo se alejaba. Cuando le perdió de vista, la muerte se sintió incluso un poco triste. Pero así era la vida.


Erlbruch, utiliza en sus ilustraciones diferentes técnicas: pastel para los volúmenes, lápiz para la sombras, e incluso lápiz bicolor rojo y azul para siluetear a los personajes. Introduce, además, elementos recortados que dan un toque de realismo nihilista a la escena. El resultado es unos personajes delicados y contundentes, fríos y cándidos al mismo tiempo. Subrayando, de este modo, lo incómodo de la situación. Pero, asumiéndola con naturalidad.

Un libro perfecto para explicar sin eufemismos lo que los niños pueden entender sin edulcorantes.


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