Listado de cosas fijas

jueves, 22 de mayo de 2014

martes, 11 de marzo de 2014

Canción para una niña de otros mundos


el sueño de mandarina ediciones
32 págs. 

Canción para una niña de otros mundos es la historia en verso de una niña sin nombre; en ella caben todas las niñas del mundo. O, tal vez, la descripción del mundo en que habita cada una de ellas, porque este libro de poemas nos retrata el vasto universo en que habita la infancia. Ese espacio vetado a quienes no logramos dejar de crecer. 



“Desde que te conozco, 
si apuntas a los cielos nacen estrellas, 
y derrites la nieve 
con un movimiento de tus pestañas. 
[…]”

Para los niños ese mundo es real. No lo miran con nostalgia ni sorpresa porque siempre han habitado ahí: moviendo las montañas, haciendo brotar estrellas, flores, peces, cangrejos sonrientes y derritiendo la nieve a golpe de pestaña. Yolanda nos trae la geografía de estos lares con la conciencia de quien se sabe con acceso a los arcanos rincones de la infancia. Ella no solo admira este mundo, sino que comparte con la niña el asombro que supone para ella. 

“Yo vislumbré en tus sueños
constelaciones y galaxias desconocidas. 
Por ti se abrieron las puertas de la aurora
que surcas como un ave.
[…]”

Yolanda, mientras asiste a este universo, lo protege; sabe que es frágil, que está apunto de extinguirse y no puede dejar de sentir cierta angustia; revelarlo sería romperlo. Por eso, establece pequeñas advertencias cariñosas: le avisa a la niña (nos avisa) que guarde cuanto pueda de ese mundo, que esté atenta a todo. Para que luego, al echar la vista atrás, el paisaje sea nítido. Para que lo añorado se satisfaga con lo vivido. 

Por último, la autora asume el trasiego que supone crecer y se ofrece a cuidar a la niña cuando, irremediablemente, ambas estén justito afuera de los muros de la infancia. Ella ya está ahí, sabe que no es terrible; nunca volverá a ser igual. 

“[…]
Algún día te esperaré allá, 
en el piso más alto que se alza entre las nubes, 
y cuando duerma escucharás
                          –– repetido –¬–
Mi nombre en el silencio.”

Un libro para leer a los niños, dejar que sean niños y admirarlos por ello.

viernes, 21 de febrero de 2014

Lo que no sabe Pupeta

Texto Javier Mardel
Ilustración Cecilia Rébora
42 Págs.
Lo que no sabe PupetaPupeta no sabe dar la pata. Ni saltar por aros, ni hacerse la muerta, ni rodar. Tampoco sabe que el mundo es una cosa redonda que gira sin detenerse o que hay otros perros, miles. Pupeta no sabe que se llama Pupeta, ni que edad tiene, ni cuando nació; no importa: siempre que la llames y le acaricies la cabeza estarás celebrando su cumpleaños. Pupeta no sabe que se está quedando sorda, ni por qué últimamente la escalera de la azotea es cada vez más alta. Pupeta sólo saber ver el mundo a través de los pelos de su fleco. Y es una suerte, porque tal vez el mundo no sepa verla de otro modo.

Lo que no sabe Pupeta es el poemario con el que Javier Mardel ganó el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2011 que otorgan la Fundación para las Letras Mexicanas y el Fondo de Cultura Económica (FCE). Estos poemas nos sitúa en la mirada de un perro y nos muestra a los humanos desde su mirada limpia y generosa. Las ilustraciones de Celicia Rébora, en cambio, nos presentan un animal con el que no queda más remedio que encariñarse desde la primera ilustración.

Un libro especialmente recomendado para amantes de los perros. 

Comprar en: Gandhi | FCE | El sótano





miércoles, 12 de febrero de 2014

El Pato y la Muerte

Erlbruch, W.
Barbara Fiore Editora
32 p.
Portada de El Pato y la MuerteDesde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño. –¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido? | La muerte contestó: ­­–Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte | El pato se asustó. Quién no lo habría hecho. –¿Ya vienes a buscarme?

Así, con esta ingenuidad, los niños descubren la muerte un día cualquiera. Después, curiosean sobre ella con una inocencia que ya no poseen nuestras explicaciones. Asusta responderles; hay más miedo en nuestras respuestas que en sus preguntas. Les hablamos de la muerte como si, simplemente, estuviera ahí, frente a nosotros. Siempre presente. Sin poder explicar qué implica: el fin, la imposibilidad de toda experiencia, la ausencia, la pérdida; lo inexplicable.

En El Pato y la muerte, Erlbruch representa a la muerte como un personaje más. Un personaje inquietante, es la muerte. Pero, con dulzura.

Si no tenía en cuenta quien era, hasta resultaba simpática; incluso, más que simpática.


Un personaje que, una vez despojado de nuestros prejuicios, podremos abordar de frente e interrogar. ­
–Algunos patos dicen que te conviertes en ángel. […] –Algunos patos también dicen que en las profundidades de la tierra hay un infierno en el que te asan si no fuiste buen pato.
Pero, la muerte no sabe que hay después de la muerte. Ella solo cumple su labor y sigue su camino. Sin embargo, aun sin estas respuestas, no se irá. Permanecerá esperando el momento oportuno.
La nieve caía. Los copos eran tan finos que se quedaban suspendidos en el aire. Algo había ocurrido. La muerte miró al Pato. Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto. | Le acarició para colocar un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y se lo llevó al gran río. | Allí, lo acostó con mucho cuidado sobre el agua y le dio un suave empujoncito. | Se quedó mucho tiempo mirando cómo se alejaba. Cuando le perdió de vista, la muerte se sintió incluso un poco triste. Pero así era la vida.


Erlbruch, utiliza en sus ilustraciones diferentes técnicas: pastel para los volúmenes, lápiz para la sombras, e incluso lápiz bicolor rojo y azul para siluetear a los personajes. Introduce, además, elementos recortados que dan un toque de realismo nihilista a la escena. El resultado es unos personajes delicados y contundentes, fríos y cándidos al mismo tiempo. Subrayando, de este modo, lo incómodo de la situación. Pero, asumiéndola con naturalidad.

Un libro perfecto para explicar sin eufemismos lo que los niños pueden entender sin edulcorantes.


Comprar en: El sótano








miércoles, 29 de enero de 2014

El espejo de los ecos

José Emilio Pacheco y Jesús Cisneros
Conaculta Libros
26 Págs.

Dices mi nombre si callas. Así comienza El espejo de los ecos: nombrando el silencio. Toda una declaración de principios para un libro de adivinanzas. No es casual. Una adivinanza es la excusa perfecta para aclarar qué son el silencio, el agua, el lenguaje, el eco, el humo, el espejo, el pez y el pescado, la uva y la pasa, el pan, la noche y el día y, finalmente, el sueño.

La premisa es simple: quien pregunta dice más que quien responde. Estoy en todas las casas / o al menos debería estarlo. / Noche y día te acompaño / y sólo me ves si falto. Con este giño, José Emilio Pacheco nos hace cómplices de la honda sabiduría encerrada en cada acertijo y que, como en las adivinanzas, solo adquiere sentido cuando la completa el lector. Gracias a mí / no eres piedra. / Por mí / dominas el mundo.

El tono de proverbio subraya las ilustraciones de Jesús Cisneros. Delicadas como un jardín zen, consiguen trasladarnos a un tiempo donde las adivinanzas eran avisos para no pasar por alto la belleza y la importancia de lo cotidiano. Cambio de forma / y soy todo. / Porque sin mí / no habría mundo.

Un libro para filosofar jugando.

Comprar en: El sótano
Publicado originalmente en: istmo.mx